¿Conocen a Martín Vargas? ¿Y al programa de
televisión llamado Vértigo?
Muchos consideran el boxeo un deporte violento y
arcaico tal como las corridas de toros y las peleas de gallos.
Si, es verdad… pero, al parecer está en el ADN del
ser humano el ser violento y gustar de la violencia, lo que nos habla de que al
final no es más que un animal con más cerebro… lo que al parecer claramente es
lo menos que tiene o tenemos… no soy marciano. ¡Y el pega Martín, pega!... chillado
por la gente cuando el contendor de turno tras solo unos minutos de comenzar la
pelea ya estaba retrocediendo tambaleante y su rostro hinchado… nos habla de
esa violencia. ¡Pega Martín, pega! Y yo agregaría… ¡sin piedad!… y claro que
tenía que ser así porque…
si éste se
descuidaba podían quebrarle la nariz, también sin piedad. Pequeño guerrero
minimosca... que nos hacía vibrar cada vez que se enfrentaba sobre un ring. ¡Es
chileno, mierda! Y fue escalando con velocidad ésta… carrera hecha a golpes
hasta a intentar llegar a la cima de este violento Everest hecho de sudor,
sangre y… lágrimas, lo que no me cabe la menor duda. Martin Vargas. El pequeño héroe
que peleaba por gusto, pero que no sabía cuánto dinero se recaudada en sus
peleas internacionales. Me pasaron cien mil pesos, cuenta. Un robo… digo
pensando en las millonarias bolsas que recibieron los recién enfrentados en la
pelea del siglo. El moreno no peleó. En fin… entonces nuestro pequeño héroe no
tenía idea de la danza de millones dólares que lo rodeaban y que fueron a caer
en manos de muchos inescrupulosos que se apelotonaron sobre él como moscas en
un cadáver. En todo caso con esa miseria de dinero, “el raspado de la olla” no
me cabe duda que a un pobre y simple muchacho de pueblo, bueno para los
“combos”, se sentía millonario. Un capítulo más de la larga historia de los
pillos abusando del desconocimiento de algunos. Ignorancia digámoslo como lo
que es de verdad. Entonces peleó por primera vez el año 1973 y gana el título
chileno de los pesos moscas el año 1974 y se consagró cuando el año 1975 su
contendor duró solo 20 ¡segundos! de pie. Y de ahí en adelante no tuvimos
ninguna duda que tendríamos el primer campeón mundial chileno… por lo mismo
muchos lloraron cuando le vimos caer con la mirada perdida frente al japonés
Yoko Gushiken quien, después de ser
declarado vencedor, en un ataque de felicidad saltaba como un conejo. ¿Por qué?
Porque supo que tuvo suerte de que no lo noquearan a los 20 segundos. En fin
esto ya es historia. Pero agregaría algo más y es que hubo un punto de
inflexión en la carrera de Martín Vargas y tiene que ver con que justo en el
momento que tenía que dar el último salto a la gloria murió su entrenador. Ese
paciente hombre que cuando el tieso de Martin comenzaba recibir golpes… dejaba
escuchar su trasandina voz diciéndole… ¡cintura nene!… y a partir de ese
misterioso instante en que ésta resonaba, esos golpes comenzaban a perderse en
el aire por el vaivén armonioso de la
cintura del dirigido. Quedó huérfano y desorientado a solo días del combate
cuando fue abandonado por su creador y eso eclipsó su fortuna. Y así, sin lo
esencial, sin ese entrenador, padre, amigo, hermano, enfrentó el final de su
camino. Digo fortuna en el sentido de
suerte como boxeador porque la otra se la robaron los ladrones de siempre. Bueno…
entonces decíamos que estuvo en un programa de televisión llamado vértigo y precisamente
a causa de la mal llamada pelea del siglo que sacó a la palestra el deporte del
box y a sus protagonistas más relevantes. En ese programa todos los que
participan tienen la posibilidad quedarse hasta el final y ganar un interesante
premio. ¿Por qué no Martín? En todo caso se enfrentan a situaciones difíciles…
aún el hecho de ser eliminado ya es incómodo… son figuras populares por lo
mismo les rasguña el ego. Pero la historia de este querido, recordado y pequeño
gigante tiene sus claros oscuros y estas, sin ser relevantes, siguen de alguna
forma resonando en la gente. Y esto quedó claro porque después de contar parte
de su historia, con sus altos y bajos,
los por qué y los sí y no de su carrera como boxeador, matizadas con preguntas algo
punzantes de los animadores, cuando le
tocó al público indicar por medio de una votación electrónica si habían creído
en su relato solo el 30 y tanto lo hizo. Y en consecuencias fue uno de los primeros
eliminados. Posiblemente ya han pasado muchos años desde sus victorias, sumado el
actual aspecto de abuelo pequeño, hace que la gente joven lo vea solo como un
recuerdo de otra generación, es decir… la mía. Somos ya de edad quienes vibramos
con sus golpes demoledores y sus brazos en alto. Pero la historia siempre queda
a fuego y quien quiera en Chile elevarse como figura en este deporte deberá
contrastarse inevitablemente con la figura de Martín Vargas y con el… ¡Pega Martín,
pega! … resonando aún en los hoy solitarios ring de boxeo de Chile.
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