sábado, 9 de mayo de 2015

Martín Vargas En Vértigo.



¿Conocen a Martín Vargas? ¿Y al programa de televisión llamado Vértigo? 
              Muchos consideran el boxeo un deporte violento y arcaico tal como las corridas de toros y las peleas de gallos. 

Si, es verdad… pero, al parecer está en el ADN del ser humano el ser violento y gustar de la violencia, lo que nos habla de que al final no es más que un animal con más cerebro… lo que al parecer claramente es lo menos que tiene o tenemos… no soy marciano. ¡Y el pega Martín, pega!... chillado por la gente cuando el contendor de turno tras solo unos minutos de comenzar la pelea ya estaba retrocediendo tambaleante y su rostro hinchado… nos habla de esa violencia. ¡Pega Martín, pega! Y yo agregaría… ¡sin piedad!… y claro que tenía que ser así porque…

 si éste se descuidaba podían quebrarle la nariz, también sin piedad. Pequeño guerrero minimosca... que nos hacía vibrar cada vez que se enfrentaba sobre un ring. ¡Es chileno, mierda! Y fue escalando con velocidad ésta… carrera hecha a golpes hasta a intentar llegar a la cima de este violento Everest hecho de sudor, sangre y… lágrimas, lo que no me cabe la menor duda. Martin Vargas. El pequeño héroe que peleaba por gusto, pero que no sabía cuánto dinero se recaudada en sus peleas internacionales. Me pasaron cien mil pesos, cuenta. Un robo… digo pensando en las millonarias bolsas que recibieron los recién enfrentados en la pelea del siglo. El moreno no peleó. En fin… entonces nuestro pequeño héroe no tenía idea de la danza de millones dólares que lo rodeaban y que fueron a caer en manos de muchos inescrupulosos que se apelotonaron sobre él como moscas en un cadáver. En todo caso con esa miseria de dinero, “el raspado de la olla” no me cabe duda que a un pobre y simple muchacho de pueblo, bueno para los “combos”, se sentía millonario. Un capítulo más de la larga historia de los pillos abusando del desconocimiento de algunos. Ignorancia digámoslo como lo que es de verdad. Entonces peleó por primera vez el año 1973 y gana el título chileno de los pesos moscas el año 1974 y se consagró cuando el año 1975 su contendor duró solo 20 ¡segundos! de pie. Y de ahí en adelante no tuvimos ninguna duda que tendríamos el primer campeón mundial chileno… por lo mismo muchos lloraron cuando le vimos caer con la mirada perdida frente al japonés Yoko Gushiken  quien, después de ser declarado vencedor, en un ataque de felicidad saltaba como un conejo. ¿Por qué? Porque supo que tuvo suerte de que no lo noquearan a los 20 segundos. En fin esto ya es historia. Pero agregaría algo más y es que hubo un punto de inflexión en la carrera de Martín Vargas y tiene que ver con que justo en el momento que tenía que dar el último salto a la gloria murió su entrenador. Ese paciente hombre que cuando el tieso de Martin comenzaba recibir golpes… dejaba escuchar su trasandina voz diciéndole… ¡cintura nene!… y a partir de ese misterioso instante en que ésta resonaba, esos golpes comenzaban a perderse en el aire por el vaivén armonioso  de la cintura del dirigido. Quedó huérfano y desorientado a solo días del combate cuando fue abandonado por su creador y eso eclipsó su fortuna. Y así, sin lo esencial, sin ese entrenador, padre, amigo, hermano, enfrentó el final de su camino. Digo fortuna en el sentido de suerte como boxeador porque la otra se la robaron los ladrones de siempre. Bueno… entonces decíamos que estuvo en un programa de televisión llamado vértigo y precisamente a causa de la mal llamada pelea del siglo que sacó a la palestra el deporte del box y a sus protagonistas más relevantes. En ese programa todos los que participan tienen la posibilidad quedarse hasta el final y ganar un interesante premio. ¿Por qué no Martín? En todo caso se enfrentan a situaciones difíciles… aún el hecho de ser eliminado ya es incómodo… son figuras populares por lo mismo les rasguña el ego. Pero la historia de este querido, recordado y pequeño gigante tiene sus claros oscuros y estas, sin ser relevantes, siguen de alguna forma resonando en la gente. Y esto quedó claro porque después de contar parte de su historia, con sus  altos y bajos, los por qué y los sí y no de su carrera como boxeador, matizadas con preguntas algo punzantes  de los animadores, cuando le tocó al público indicar por medio de una votación electrónica si habían creído en su relato solo el 30 y tanto lo hizo. Y en consecuencias fue uno de los primeros eliminados. Posiblemente ya han pasado muchos años desde sus victorias, sumado el actual aspecto de abuelo pequeño, hace que la gente joven lo vea solo como un recuerdo de otra generación, es decir… la mía. Somos ya de edad quienes vibramos con sus golpes demoledores y sus brazos en alto. Pero la historia siempre queda a fuego y quien quiera en Chile elevarse como figura en este deporte deberá contrastarse inevitablemente con la figura de Martín Vargas y con el… ¡Pega Martín, pega! … resonando aún en los hoy solitarios ring de boxeo de Chile.

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Pena de muerte sin apelación.




Chile seuna una vez más para aayudarse a si mismo
Todo un descubrimiento para mi.





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