Lo que pasó ayer tarde fue un gallito.
Un gallito
es esa competencia que hacen dos hombres rudos tomando sus manos tratando de
doblar sus brazos hacia atrás generalmente con algo peligroso puesto en la mesa.
Me imagino que en los tiempos barbaros lo menos era una serpiente venenosa. La vida
era algo que se podía perder en cualquier minuto… como ahora cuando alguien maneja
ebrio.
Y fue
un gallito entre fuertes… 120 minutos en que los brazos temblaron sin aflojar.
Ambos tuvieron oportunidades pero no brillaron las “celebridades” mundiales. Posteriormente
escuché muchas escusas sobre Messi de parte de sus compatriotas junto con las
maldiciones en envueltas en tripas de sapos.
Y Sánchez
reconoció que no estaba en un cien por ciento… pero si lo estuvo su tiro final…
regio… suave… cual una bailarina de Ballet
que entra sin prisa, segura, sonriente, juguetona sabiendo que con su acción iba
a explotar un país. Que 17 millones de corazones rojos iban a gritar de alegría.
Por lo mismo entendió claramente cuando su director de escena le dio la indicación
al oído.
Después
solo fue un gritar y abrazarnos como si fuera año nuevo… vimos la entrega de la
copa y la alegría muy merecida de los muchachos.
Pasada
la emoción recorrí algunos sitios web y leí comentarios de los fanáticos argentinos.
Definitivamente reitero ser muchas veces campeones les hizo mal. Olvidaron
perder como caballeros. Está demás decir que los comentarios son groseros y muy
burdos, pero de entre ellos me llamó la atención éste. Pongo enlace para no
alargar. Si se dan cuenta comienza con un “soy argentino” como remarcando sin
motivo porque lo que continua refleja que lo es de pies a cabeza. Pero usa la
estrategia del poderoso… nos defiende y reconoce nuestro esfuerzo… pero luego
nos marca la frente con lo de que siempre hemos sido la Cenicienta de Sudamérica
y nos deja a nivel de Bolivia, una copa, pero remarcando el nombre Bolivia como
diciendo que más bajo no podíamos caer y termina su lista de Cenicientas incluyendo
a dos países como Perú Y Paraguay que tienen dos. Saca cuentas añejas que no vienen al caso y nos dice que hemos perdido con ellos 30 veces y que aunque en este partido lo hemos ganado... noooo... no... no les ganamos el partido... le ganamos la copa... y eso les duele... perder la copa ante 11 hormigas que si fueron capaces de mantener a raya a un viejo dinosaurio enredado entre sus laureles... y darle finalmente un golpe mortal porque no es verdad que 20 años son nada. Tan tan.
Hasta
ahí pasable, despectivo pero pasable, pero después no puede sujetar su mega ego
- y como ustedes saben mega en medicina
es un crecimiento anormal, más allá de la media - y nos dice que no soñemos con
volver a ser lo que somos ahora… campeones… y que fue solo una vez y nunca más.
¿Qué le pasa? Está fuera de lógica. Luego compara a Argentina con un Dinosaurio
y a Chile con una hormiga… es muy desmesurada la comparación. Al parecer no pudo
encontrar un animal más grande. Un perro y un león podría ser, pero un bicho
que se extinguió hace siglos y las hormigas… pero… si… si… está bien… porque estas pequeñas con su
prodigiosa creatividad y grandiosa capacidad para formar equipo no me cabe duda
que pueden devorar a un dinosaurio… imagínense un billón de hormigas de las carnívoras
voraces entrando a raudales por el hocico, ojos, oídos y el culo de Ar… perdón, del dinosaurio.
El comentario de este señor ARGENTINO, como él mismo lo recalca, al
parecer mareado con la derrota es una anécdota simpática, pero refleja el dolor,
aparte del gesto de los jugadores argentinos de arrancarse del cuello la medalla
del segundo lugar con rabia y desprecio segundo después de recibirla, de un país
desesperado en todo sentido. Una pena. Pero lo que no sabe este señor es que
nosotros haremos un lugar especial para esta primera copa, pero aprovecharemos
para hacerles, ahora mismo, desde ya, un lugar para las muchas copas que lograremos desde hoy.
Un sueño
hecho realidad y que hizo que un país se levantará más tarde, pero muy contento
y con las luces de la esperanza prendidas.
Solo
queda me queda decir… ¡VIVA CHILE, MIERDA!
Una final esperada |
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