Senadora argentina asegura que de salir reelecta
pondrá absoluta restricción a los juegos.
Este título lo leí casi sin prestarle
mayor atención y me dije, casinos, casinos, se les pasó la mano con los
permisos… seguro. Pero no, al continuar comprendí que se refería al “casino de
los pobres”
A
las pequeñas trampas multicolores y música desparramadas es cada esquina de
cada ciudad o pueblo y que finalmente… esa es la idea… forman un todo
amenazante y ambicioso. Fosas sin vuelta, sin regreso, pero de aspecto inocente
y angelical, muy parecidas a los antiguos flipper.
Uno siempre cree que es un
problema nuestro, pero no. Debe ser grave el asunto para que una candidata
apele a ese asunto como parte de sus propuestas para pretender asumir un alto
cargo.
Y
de verdad es impresionante como avanzó ese tipo de juego en par un de años. Yo
aún recuerdo cuando vi sorprendido a una de ellas… mientras el dueño del
pequeño negocio de abarrotes y sus familiares… actuando como señuelos… jugaban
alegremente haciendo alarde de su buena suerte.
Juegos a los que se les trata de
disfrazar como de destreza, eludiendo directamente las normas legales que rigen
los juegos de azar en un principio pensando en los grandes casinos y de los que
debo decir que han proliferado mucho, demasiado. Aquí hay manos muy negras
recogiendo las monedas perdidas por los incautos, los que piensan en que mañana
tendrán mejor suerte.
Muchos
reportajes respecto a esto se han emitidos por la televisión. Señoras dueñas de
casa gastando el dinero de la alimentación. Si solo son una moneditas,
argumentan.
Lo curioso es que esas máquinas estas programadas
por la mafia que las administra y no hablo del sencillo dueño del almacén que
coloca una o dos de ellas tratando de aumentar la ganancia mensual. No. Me
refiero a los dueños de miles y miles de estos artefactos que se reparten o
distribuyen en camiones por donde quiera que uno camine.
Es larga la lista de personas que
comienzan por curiosidad comienzan a acudir a ellas o bien llevadas por otras
que ya han claudicado frente al vicio. Jubilados exponiendo sus exiguas
pensiones con la idea que la próxima es la ganadora. Sin saber que esa vez
ganadora y definitiva está muy lejos porque el juego o los juegos en general,
están hechos para no detenerse una vez que la víctima se vuelve sediento de él.
Ya no es el dinero el fin sino el gusto de jugar lo que los arrastra cada día a
cruzar la puerta donde los acechan estos enemigos de la vida.
Recuerdo que hubo un tiempo en que
quisieron detener o regular el gran número de ellas, pero fuera de momentos de
escándalos cuando la policía incautaba algunas máquinas por aquí o por allá
causando cierto ruido en la televisión. También salieron a la luz estudios
sobre la ludopatía y más de algún experto se instaló a pregonar lo peligroso
del asunto en cuestión. Pero hechos
distintos fueron sacando del tapete de la actualidad el asunto y éste fue perdiendo fuerza y el
tema se difuminó entre ellos.
Y el tiempo volvió a cubrir de silencio
lo que debe ser hecho en silencio y nuevas máquinas volvieron a poblar los
sitios vacios y la gente continuó en esta carrera sin meta porque estás
máquinas conocen a sus víctimas y no se sacian de convertirlas en
autómatas frente a una brillante vitrina
donde una sonrisa de mujer sonríe inocentemente.
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