martes, 18 de agosto de 2015

Suspiro… Chileno.





    No, no, no se trata de disputar el delicioso postre limeño tal como su nombre lo indica… yo voy más por el asunto del suspiro. 
   Hoy hay inquietud entre mis conciudadanos. Las conversaciones de sobre mesa se amenizan con el tema que inquieta. La preocupación se derrama  y va empapando la mente colectiva.


   Los primeros años la llegada a Chile de peruanos se vio como una anécdota, como algo gracioso y hasta conveniente. Además servía para alimentar nuestro sobre dimensionado orgullo al sentir que Chile iba al desarrollo. Aunque posiblemente de ese desarrollo nos tocarán las migajas. Las nanas peruanas, se decía y se dice, que son tranquilas y hacendosas. No había mucha confianza el hombre peruano como trabajador. Pero se ha demostrado que no es así.
   Pero desde esa época ha pasado mucha agua bajo del puente y muchos peruanos por Arica. Ya solo queda el recuerdo de los primeros que se sentaron en la Plaza de Armas esperando trabajo. Y el avance es notorio y se comprueba al ver como muchos de ellos abren o instalan todo tipo de negocios. El primero de ellos... el conocido arriendo de teléfonos celulares por allá en la calle Bandera y las aledañas, para llamar a sus familias en el Perú… es decir a los alrededores de la Plaza de Armas de Santiago el centro de llegada de estos inmigrantes. Agregando a esto, almacenes, verdulería, restaurantes… si restaurantes y muchos de ellos con un mismo y misterioso dueño. Y saben hacerlo muy bien.
  La comida peruana está de gourmet, hecha por chef de esa nacionalidad que son reconocidos por los restaurantes chilenos. Y su castellano… muy bien hablado, se escucha por todos lados, tan distinto al farfulladlo hablar chileno. Sin embargo el chiste dejó de serlo. La anécdota se transformó en un temeroso relato del chileno medio que definitivamente ve este avance como una amenaza en todo sentido. Porque es verdad que en todo sentido y ámbito el peruano se está haciendo sentir. Posiblemente como en nosotros mismos hay de todo tipo personas, empeñosas, esforzadas,  trabajadoras y honradas que vienen con la esperanza de hacer surgir a su familia, pero también e inevitablemente acuden también personas sin escrúpulos y de acuerdo a las posibilidades y debilidades del sistema económico de Chile (nada nuevo… no podía ser de otra manera) saben hacer sus negociados.
    El auge tanto en número y actividades del peruano hace sospechar al chileno medio, esforzado y ya cansado por los impuestos. Yo he vivido --- nos cuenta un mediano  empresario – con impuestos internos sobre mi cabeza desde que comencé y estos amigos de la noche a la mañana tienen locales abastecidos como yo nunca logré tenerlo en mis tiempos de inicio. Sospecha que aquí solo están llegando capitales del país vecino, pero no sus dueños. Le extraña que los encargados de una cadena de restaurantes de lujo trabajado solo por peruanos… desde aseador al administrador o encargado,  que todos ganen el mínimo. Hum… murmura el chileno mientras ve por la televisión como en la en la Quinta Normal la comunidad peruana celebra si día patrio. Llenando el ambiente con el olor de sus polladas.
  Pero la amenaza se ve dividida en dos partes. Una. El peruano simple, común y que viene a ganarse la vida con sus manos, además otros profesionales jóvenes, pero esta la otra, la segunda, parte, esa misteriosa que con solo un tiempo ya está viviendo en las Condes y dirigiendo costosos y lujosos locales comerciales… y todos ganando el mínimo e imponiendo en base a él… ¿y todo ese capital que se reúne día a día? ¿No paga impuesto? ¿Es creíble que un gerente general gane 200 y tantos pesos?
  Se habla de préstamos del gobierno peruano tal como se dice del gobierno Chino que da créditos blandos a sus compatriotas en donde estos estén. Por lo mismo a esos pequeños negocios de comida china llegan lujosos vehículos cuando se junta la… ¿familia? Y la especulación sin asidero también se desborda... se dice que cada peruano llega con un kilo de coca, la vende y se instala. En todo caso y sufavor... no se la toma o bebe ni la gasta en putas como nosotros... y que a pesar de eso, lloramos nuestras desgracias como si fuera causa de otro.
   El chileno está inquieto y suspira.  No… murmura esto está mal. Chile se abrió al mundo pero a vista y paciencia de la ciudadanía esta abertura se está fornicando al país y de mala manera… no piensan pagar lo que vale el polvo y la puta va a llegar con poca plata a casa.
   El chileno suspira porque a sus políticos se les corrió la careta demostrando que al pueblo se lo pasan por los pantalones. Es curioso el argumento de algunos de ellos. No fue un robo, dicen, fue dinero para financiar las campañas. ¿Las campañas para qué? Si pues, ahí está la cosa. Para lograr un cargo que les daría sueldos de sultanes, derechos de sultanes, arrogancia de sultanes. Y no por solo quince días, no…. por años y años y si la población no ve el engaño lo tienen ahí por muchos más, enriqueciéndose de distintas y variadas maneras. Porque no es el sueldo el que hace millonario a un parlamentario… esa es la mínima parte y la que menos puede hacerlo. Un médico diputado logra el quíntuple atendiendo su consulta. Un abogado senador gana tal cual atendiendo su buffet... y por qué están ahí. No. No. Ellos no están ahí por bolitas de dulces… quedó claro lo que todo el mundo sabía.
    Pero debo repetir que el chileno, la familia chilena, está inquieta, no ve futuro con todo este rehacer las estructuras fundamentales del país. Los mismos van a borrar con el codo lo que escribieron con la mano. O por lo locos sueños de la presidente que declaró que su misión era terminar lo que comenzó Allende. Perdón… ¿algún joven de esos que gritan y levantan la mano cerrada vivió los que viví yo con mi familia en esos tres años? No saben nada. Pero sí, Allende logró lo que quería: que muriera el pueblo a puñados.
   Y hoy vamos para allá… la Araucanía está caliente, ardiendo y sus valles, cerros y quebradas se ha vuelto un misterio, es una oscuridad donde los Carabineros de Chile están armados con balas de goma.  

   El chileno suspira y está temeroso. Lo malo es que esos suspiros no son dulces como los de nuestros hermanos invasores.



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