martes, 31 de marzo de 2015

Una Semana Extraña, Rara.




                                 Viene semana santa. Es decir, ya está aquí. Una vez más veremos la película que nos relata la vida y muerte de Jesucristo. También veremos al Papa como todos los años recorrer el camino de tortura de un hombre… ¿Diferente? ¿Distinto? 

                                Nos habla con autoridad, decía la gente que le escuchaba. ¿Y qué es hablar con autoridad? Que tiene permiso, se le autorizó. Y normalmente cuando se ésta autorizado se habla con seguridad, con tranquilidad, con calma porque detrás hay algo o alguien que te respalda. Y normalmente también después, ya hablando de gente común, como les cambia el rostro cuando son desautorizados especialmente los prepotentes y déspotas. Son otros… es impresionante. Bueno, en todo caso, eso es harina de otro costal. Entonces... estamos en semana santa y los más importantes para la televisión estatal y no estatal es el alto valor de los pasajes en los terminales de buses donde se agolpan los…

 pasajeros para aprovechar estos días feriado por “semana santa”, además, claro, como no, de el precio de los pescados y mariscos donde los vendedores nos dicen que este año la reineta está más cara, pero la almeja mantiene el precio. No veo recorrer parroquias, iglesias, conventos conversando con monjas, sacerdotes, fieles, dando a conocer las tantas cosas que se realizan en estos días. Aclarando que todo está hecho solo por una parte muy pequeña de los que nos llamamos católicos. Me incluyo. Los demás ya tienen el boleto comprado para salir mañana o ya están cómodamente sentados frente al mar bebiendo un sabroso vino ante un gran plato de pescado frito…  si, si ,si… porque comer carne roja es pecado y muy grave porque se come la carne Cristo. Gran error. No se come la carne de Cristo al hacerlo. Ésta, la carne sagrada, está hoy en la ostia y en un momento crucial de la misa y… solo si tú lo crees. Yo no sé por qué la iglesia no explica bien este asunto. El no comer carne era un sacrificio personal y voluntario que se hacía en la antigüedad y que dio inicio a la costumbre. De alguna manera se estaba en consonancia con los hechos ocurrido. Sacrificio. Algo incómodo. Eso lo hacían todos… creo… y los poderosos que sí podían comer carne, ese día o días no lo hacían y el pueblo, como siempre de precaria alimentación, solo aves y curiosamente… pescados. Pero, tal como una carga mal estivada la cosa fue tomando otro aspecto. Más de alguien podría decir que hay curas que son dueños de grandes pescaderías o accionistas de empresas pesqueras y no quieren matar el negocio. Es una semana rara, ciudades vacías, terminales de buses y carreteras llenas de gente huyendo a descansar. ¿Descansar? ¿A días del término de vacaciones de verano? En fin. Solo una cosa mantiene a la gente unida aunque se esté lejos del hogar… descansando… la película... si… esa que dura tres o cuatro horas y que fue taquilla en su tiempo de estreno. La historia jamás contada. Ahí la gente llora desconsoladamente después de gozar de los milagros. Levántate y anda. Despierta niña tabita. Sin embargo no es la película culpable de no lograr lo que debería lograr. Creo que son los tiempos. Porque no hay trascendencia, no va más allá, no deja huella. No es capaz de barrer la presencia de otros muchos dioses, tal como el becerro  de oro en época de Moisés. El internet, la pornografía, el sempiterno dinero, un viejo, conocido y querido Dios, la fama en cualquier ámbito. Y si hilamos más fino la misma religión que entre la verdad y la mentira pierde sus puntos de referencia y queda convertida en becerro de oro. Me impresionan los largos teletones para juntar dinero de las iglesias… ¿protestantes? Bueno… no lo sé y no quiero ser injusto, pero sí hay una feroz recogida de dinero de parte de una o unas iglesias. Becerro de oro. Yo no entiendo. Cristo dijo… si tienes dos par de sandalias da una, dos mantos da uno, ect. Yo he visto que muchos, profundamente creyentes, no solo tienen dos de todo sino mucho más… sin embargo los desposeídos a lo igual que en esos tiempos son muchos. En esto asunto es conveniente, al parecer, tener una mirada corta. África y su pobreza y enfermedades no se ve; ni los refugiados que huyen de las guerras; ni la esclavitud de pueblos o tribus enteros en México en zonas rurales. Esto me trae recuerdo de algo que me contó un pariente de una familia adinerada. Sus tías de edad avanzada decían que  era mentira… en pleno años setentas… que existiera pobreza en Chile. Y agrego que en esos años era muy difícil no ver la pobreza dura, durísima, que circundaba la ciudad y que serpenteaba por los distintos barrios de Santiago buscando que comer.  Claro… para estas señoras era obvio lo que pensaban porque cuando viajaban subían al auto con vidrios oscuros en su mansión y bajaban en el aeropuerto. Y como seguro que la conversación sobre París era más interesante que echar una breve mirada a su alrededor, nada veían. Seguramente el pobre más cercano era su nana y el jardinero que cultivaba sus rosas y lirios y que todas las tardes desaparecían tras el portón de roble americano. ¿Salvajes inocentes? ¿O maldad genética? No lo sé. Definitivamente es una semana rara, extraña. La gente, es decir, los católicos y cristianos lo pasa bien, mientras el crucificado mal y los patroncitos del padre Hurtado siguen ahí… a pesar que aun resuenen, como si fuera ayer, las palabras de JuanPablo II en Chile  “ los pobres - los Cristos diría Teresa de Calcuta - no pueden esperar”

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Se quedan.


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