Ya son las seis de la tarde y está oscuro, estamos en invierno. La fila de gente espera con paciencia para subir a la vieja micro llena de años y de remiendos, flamantemente pintada de acuerdo a su ruta de acercamiento del transantiago, pero sea como sea, los llevará a un hogar tibio y seguro donde podrán disfrutar con su familia y descansar del dia. La gente come sopaipilas con harto aji y mostaza. También pan amasado con o sin chicharrones. Cuellos subidos y gorros de lana. Frio y llovizna. Las micros llegan y se van, llevándose los abrigos, las sopaipillas con aji y mostaza, los gorros de lana y el pan amado con o sin chicharrones. Una y otra vez hasta que pronto deja de llegar gente y el lugar se vuelve solitario, pero... ellos se quedan. Si. Ese negro que cojea, ese café con blanco que trata de romper una bolsa, ese otro amarillo que tirita porque tiene las patas y el cuerpo mojado, tambien tirita ese otro con una pata menos junto con los dos pequeños seguido del sarnoso que ya casi se arrastra de debilidad, además de esos que se apretujan porque el frío avanza como una brasa ardiente. Y se quedan ahí porque tienen derecho a vivir, son dignos de vivir. Porque aunque son animales, sienten. Porque no se puede hacer crueldades con ellos. No. Eso seria inhumano. Por eso. Porque tienen derecho a la vida ellos se quedan y todos nos vamos.
Chilenas porque ya hay marcianas... lo haré desde aquí con la mirada de un chileno de a pie, puesta en su país. Desde esta larga faja de tierra que ya cae al mar, llamada... Chile. Luis Herminio Oliva Novoa. NO OLVIDE VISITAR EL MUNDO DEL BITCOINS.
lunes, 31 de mayo de 2010
SE QUEDAN
Ya son las seis de la tarde y está oscuro, estamos en invierno. La fila de gente espera con paciencia para subir a la vieja micro llena de años y de remiendos, flamantemente pintada de acuerdo a su ruta de acercamiento del transantiago, pero sea como sea, los llevará a un hogar tibio y seguro donde podrán disfrutar con su familia y descansar del dia. La gente come sopaipilas con harto aji y mostaza. También pan amasado con o sin chicharrones. Cuellos subidos y gorros de lana. Frio y llovizna. Las micros llegan y se van, llevándose los abrigos, las sopaipillas con aji y mostaza, los gorros de lana y el pan amado con o sin chicharrones. Una y otra vez hasta que pronto deja de llegar gente y el lugar se vuelve solitario, pero... ellos se quedan. Si. Ese negro que cojea, ese café con blanco que trata de romper una bolsa, ese otro amarillo que tirita porque tiene las patas y el cuerpo mojado, tambien tirita ese otro con una pata menos junto con los dos pequeños seguido del sarnoso que ya casi se arrastra de debilidad, además de esos que se apretujan porque el frío avanza como una brasa ardiente. Y se quedan ahí porque tienen derecho a vivir, son dignos de vivir. Porque aunque son animales, sienten. Porque no se puede hacer crueldades con ellos. No. Eso seria inhumano. Por eso. Porque tienen derecho a la vida ellos se quedan y todos nos vamos.
Publicado por
Luis Herminio Oliva
en
10:26


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