miércoles, 8 de abril de 2015

La Carne Nuestra De Cada Día.



El chileno come carne de bobino/vacuno extranjera en un porcentaje increíble, al contrario de la carne de  pollo y cerdo que es chilena. ¿Y la feria ganadera el Tattersall que encontramos en cada ciudad… qué? Son cientos de kilos en vivo o en pie que se rematan cada día.

        Podríamos, para encontrar una explicación adentrarnos en laberinticos textos o en largas explicaciones llenas de tecnicismos incomprensibles, sin embargo hace unos días escuché en una entrevista al presidente de la asociación de la carne de Chile y en dos o tres palabras, miento, unas pocas más, me aclaró ésta, ya no tan extraña situación debido a… 

la globalización y a que nuestro país se ha abierto al libre mercado. Este señor nos habló de la horizontalidad y verticalidad del asunto. Tanto la carne de pollo y cerdo su explotación está reducida en muy pocas manos lo que provoca una horizontalidad en su producción. Dos o tres marcas producen casi el cien por ciento de la carne, agregando que estos animales son de rápido crecimiento y pronta explotación entonces los tiempos de espera, para recuperar lo invertido, se reducen convenientemente. A mayor cantidad de productos ofertados mayor posibilidad de bajar precios. Además los costos bajan cuando se producen grandes cantidades. Los pequeños productores no pueden competir. Pero en lo que respecto a la carne de vacuno nos cae la horizontalidad de un porrazo. Los criadores de vacunos son pocos y ninguno de ellos se ha convertido en un productor en grande. Nos contaba este caballero que cuando los chilenos éramos cuatro millones de habitantes la masa ganadera era también cuatro millones y actualmente en que la población chilena va pegando para los veinte millones aún se mantiene los cuatro millones de cabezas de ganado vacuno. ¿Por qué? Porque las tierras dedicadas a pastoreo y viendo lo dificultoso y lento del negocio de la carne las han dedicado a otros rubros más rentables, como cultivar frutas y otros productos de rápida salida. Los que se mantienen todavía con sus animales los dedican a la carne “premium” es decir, cara, lo mejor del animal, tanto el consumo interno como para importar. Y la mayoría de la carne común y corriente está destinada a las carnicerías tradicionales. Esas de las esquinas de barrio, atendida por don Chécho y su señora. El gran porcentaje de carne extranjera que ingresa al país y la reducida “premium” chilena se vende en los supermercados siempre listos a reponer la carne que desaparece de las vitrinas refrigeradas en un dos por tres. Carne colombiana, argentina, brasileña, estados unidos y otros. No somos un país ganadero somos más mediterráneo aunque sea por un costado, donde las uvas se dan dulces y sensuales. Y qué mejor que acompañar con buen tinto chileno madurado en la falda de un cerro colchagüino y mecido por la brisa del mar, un trozo de carne dorado y crujiente de… de… de cualquier nacionalidad, si total podemos regodearnos. ¿O no?     


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