La mayor parte de niñez la viví en casas campo,
grandes y de anchas paredes de adobes. Casa antiguas, con historia, por eso daban
mucho miedo los cuentos de fantasmas y aparecidos. Había que ser valiente para
cruzar ese patio oscuro como boca de lobo para llegar a la casa materna para
acostarse. Y siempre nos cruzábamos con la gata de la casa que atenta, con la
cabeza gacha caminaba o mejor dicho se deslizaba hacia un punto de la casa en
la oscuridad.
Y antes de cerrar la puerta entendíamos o nos dábamos
cuenta que es lo que llevaba a esa imperdonable cazadora a ese lugar. Experta y
vieja en estas lides. Una sola oportunidad y conseguía la caza. La gata Lola.
Lo que oíamos eran fuertes chillidos que más tarde serian de dolor y muerte,
pero por ahora eran de furia. Estaban peleando las ratas. Gran error. Craso
error diría un culto. Sabíamos que ellas estaban y lo que hacían. Todo el mundo
sabía y normalmente se colocaban por ahí y por acá, veneno tratando de que la
gata no lo comiera. Trampas que nos dejaban los dedos adoloridos cuando…
las armábamos
con el aromático trozo de queso en ella. Varias veces las encontrábamos armadas
y sin queso, causando nuestro asombro ante la habilidad de estos animales. Sin
embargo nunca se les veía. Solo rastros, excrementos, y asaltos a la despensa
con la consecuencia que debíamos botar todo el alimento mordisqueado por estos
amigos nocturnos. Entonces… esa vez… nuestra gata llega sin ruido al lugar y
frente a esa cueva se echa atenta mientras adentro continuaba la contienda con
gritos, chillidos y golpes de cuerpos en las paredes de la cueva hasta que
pronto en el fragor de la lucha salían de la cueva mancornada dos o tres de
ellas. Fatal destino. Nuestra cariñosa y runrunearte gata no daba perdón. Y al
otro día, viendo el desastre y dándose cuenta del grado de infestación se tapaban
cuevas con cemento, se rellenaban de veneno, trigo envenenado, es decir se
tomaban NUEVAS MEDIDAS en el asunto, más de allá de simples trampas y veneno
por allí y por acá. El escándalo había sido grande hasta nuestra abuela que dormía
con tapones en los oídos despertaba. Se prendían luces y el
perro con sus gruesos ladridos también aportaba en la zalagarda. Pero todos sabíamos
que había ratones en la casa. Todos. Y todos sabíamos se comían los pollitos recién
nacidos, que rompían los sacos de trigo, que mordisqueaban las correas de cuero
en la bodega, pero todo eso solo daba para que mis padres tuvieran motivos, una
vez más, para pelear. Al final, humanos y ratas era una comunidad que
funcionaba bien. Pero esta se rompía no por la cantidad de daños causados sino
porque estas en algún momento y vaya a saber porque, mando, hembra, alimento, territorio,
ambición, traición, deslealtad, envidia, poder estallaba este silencioso ruido
desde adentro y en un lugar preciso, inevitable y evidente. Creo que las luchas
intestinas son las de peor resultados. Todo esto que estremece a Chile a lo
igual que el volcán famoso es solo porque después de mucho tiempo hiso erupción.
Pero el que no pasara no significaba que no hubiera turbulencia y fuerzas
ocultas. Y todos sabemos que en cualquier momento especialmente Chile puede ser
sacudido por fuerzas de la naturaleza así que mal diríamos que no estábamos al
tanto de eso. Creo que caso Penta, Soquimic y muchas otras funcionaba así. Era
un secreto a voces, pero una noche tal como en mi vieja casa de adobes, las
ratas pelearon y se pusieron en evidencia de tal forma que algunos creyendo que
a pesar de todo era la oportunidad de derribar la torre enemiga, arrastraron la
suya. Solo una pelea intestina descorrió el velo, el que no velaba para nada,
nada, en su totalidad los hechos. Al final de cuenta aún sigue siendo una guerra
de ellos a tal punto que el desastre los tomó a todos de sorpresa y ahora
tratan de encontrar una cueva nueva para huir por ahí sin que Lola los esté
esperando. Fue tan nuevo que no supieron enfrentarlo. Negar y después confirmar,
al ver la evidencia, que es verdadero… es una cuchilla en el cuello, pero ya
muy adentro de él. La vida es cínica, de doble faz, y no podría ser de otra
forma. Cómo podría mirar el rostro de mi señora si pudiera ver su calavera que
de verdad lleva oculta, los huesos de sus manos, los intestinos y sus olores
naturales. Yo puedo ir a una morgue y entrar al recinto donde me saluda una
secretaria frente a la computadora. Al lado la oficina del jefe de servicio
donde hay muebles brillantes y limpios y al mismo señor posiblemente sorbiendo
una grata taza de café. Sillas y sillones de espera. Un aroma a limpio y
fresco. Música ambiental Pero unos metros más allá, en un pasillo, una puerta
cerrada indica en letras rojas. “Prohibido el paso. Solo personal autorizado” Ahí
detrás hay una realidad, pero vetada para proteger la salud mental de las
personas. Hay cosas que no debemos ver y si es posible saber. Yotube se hecho
famosa porque da vistazos a esa realidad vetada. En fin, solo que una rata se
enoje y pierda la razón y se ciega caerá en el hocico de Lola. Y así, de esa
forma, caen bandas, caen traficantes, caen corruptos… solo desde adentro. No
creo que el estado con el poder económico que posee no pueda desarticular todo
estos nidos de avispas. Cinco… ocho mil carabineros más con todo el derecho a
ejercer su tarea. Cuanta gente está cesante y de buen nivel y que buenos
carabineros serian... pero con las reglas claras y duras... sin llorar después.
Usted está para defender y no para atacar a la ciudadanía. ¿Qué lo impide? ¿Las
ratas? Yo diría que sí, porque estas han hecho cuevas en todos lados. Chile es
una casa vieja y de adobe y todos los chilenos sabemos que hay ratas bajo el
piso y en el entretecho pero, cómodamente, mientras su mierda no nos caiga en
el plato nos hacemos los ignorantes y peor aún, si esto llega a suceder solo y
calladitos, cambiamos el plato… sin asco alguno, porque mudos, ciegos y sordos
se tiene una larga tranquila vida.
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