Esta Semana Santa como todos los años se movió como un reguero de pólvora el rumor de la fe.
Fe. Sé insistente en tu fe, continua sin fallar, se nos dice, se nos recomienda,
se nos insta, se nos aconseja. A lo igual que esas voces que nos hablan de ser
persistente para ser salvados también debemos serlo para ser lo que queremos, en este caso
ser escritor y para ser...
escritor no basta con escribir una línea, aunque
esa la piedra angular de nuestro afán, hoy y mañana ni la semana entrante. Comenzar a ser escritor nos exige varias
cosas a lo igual que al construir una casa debemos tener sus planos, los
permisos legales, los materiales, las personas que la harán, tiempo, un lugar
donde construirla, escribir similar es levantar una casa, lo primero es tener fe de que
lo podremos hacer. Que la terminaremos. La fe levanta montañas…
es verdad pero… si la tenemos. Pero como
somos humanos también como en el construir una casa los pequeños avances ayudan
a acrecentar la fe. La mirada brilla cuando observamos el terreno limpio y nivelado,
con las líneas donde irán las habitaciones. Escribir es una construcción mental. Es un sueño que ha sido concebido despierto y que debemos… y esta palabra es el meollo
del asunto. Cuando sentimos la necesidad
de escribir como un deber o un compromiso inevitable entonces la fe hace su trabajo. Cuando en la Semana Santa crece el rumor
de tener fe y es que porque en lo que hay que tener fe no es visible, no lo podemos ver con los ojos y eso es algo deficil de entender… no es tangible como lo
es una casa, al contrario es algo, que no tocas, que no sientes sino
solo a través de los ojos de la fe. Sentarse frente a la hoja en blanco con tu sueño en tu
mente con la intención de plasmar ese sueño es un acto de fe. Porque siempre los
sueños son difuminados, son sombras, son nieblas, son figuras que tiemblan, que
cambian de forma y eso es lo que debemos dejar escrito en esa hoja y para eso
debemos partir creyendo que lo vamos hacer y para eso debemos partir con fe. Y mirar
esa primera línea y sentir que vamos bien y que la otra línea será lo que debe
ser, un segundo paso en la dirección correcta. Nada
sabemos de la página veinte pero esta debe llegar, tenemos que continuar en dirección
a la página veinte y para eso debemos tener fe. La fe te debe llevar de la mano pero…
alegremente. Si a pesar de todo sonries... es tu camino. Mi primer esfuerzo después de escribir poesía y cuentos fue…
continuar, salir de las ocho páginas o diez páginas y llegar a la cincuenta. Lo hice con fe y
en la medida que ésta fue haciendo su trabajo se acrecentó mi confianza. Y debo
decir que ese número fue mágico abrió el camino a un sinnúmero de páginas. Más
de lo debido como lo comenté en un post anterior.
Pero antes de ese número mágico solo tuve fe... nada más… fe. Pero no lo tome como
un pasatiempo ni un hobby ni un motivo para vanagloriarse prematuramente. Sin
quitar la posibilidad de alguien quiera hacerlo cuando tenga de qué. Un sueño
sostenido por la fe. Del sueño a la página hay un
abismo y muy profundo. Para cruzarlo hay que tender un puente llamado fe, no
confianza, ella es el fruto, es el destilado de una fe inquebrantable. La fe nos
ayuda a seguir, a seguir y seguir. Si en un minuto de tu vida el sueño de ser
escritor se cruzó en tu camino debes saber, desde mi experiencia, desde ya que
escribir es cuestión de fe.
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