ESA NOCHE

 Dijeron que no daba el ancho. No, imposible. Caprichos del pueblo. Ahí, solo hombres con experiencia y malicia. Cachañeros y corajudos, con una vasta y profunda raigambre, parte de la familia. Voces altisonantes, pasos seguros, dedos apuntadores. Pero se hizo una graciosa concesión y se dio el gusto al país, tal cual se le da un caramelo a un niño. Sin embargo llegó esa noche, esa madrugada en que se nos apretó el corazón, donde se hizo mucho más denso el miedo. En que la seguridad se hizo añicos y lo inamovible tembló como un niño entumecido. Esa noche en que familias enteras, entre el miedo y el llanto, escucharon equivocadas indicaciones y confiados en que ellos sabían, en que eran la voz de la prudencia, se hundieron en una muerte injusta. Y cuando se abrió el día sobre la tragedia, comenzó el juego de buscar culpables mientras los muertos mecidos por las olas con sus ojos llenos de arena quizás una forma de llorar por una muerte absurda. Y ese día se convirtió en una semana y el misterio de lo ocurrido continuaba en el aire. Pero de pronto, cual caja negra, se da a conocer un vídeo y las voces y las imágenes que de él emergieron quebraron el velo que ocultaba la otra verdad. No ésta, que nos hablaba de tragedia dolor, muerte y desconsuelo. Nos dijo que esa madrugada, que esa noche en que nada era posible ante esa fuerza que no podemos comprender solo abrazar a los que amamos, los prohombres, los fuertes, los duros, los experimentados, los con larga trayectoria, los indicados y sindicados como expertos, los sobresalientes, ellos que debían ser el farol del guia, el pastor para un asustado rebaño, no pudieron desatar el nudo mortal del 27 de Febrero y se adelgazaron como hilachas entre el viento y toda su anchura se esfumó como una ilusión engañosa, como un espejismo en el desierto y solo pudieron aferrarse como su única tabla de salvación a los angustiados ojos de una mujer.